Rosario Fútbol entrevistó a un destacado grupo de árbitras de la Asociación Rosarina de Fútbol que pisan fuerte tando adentro como afuera de la cancha. Hablaron de la profesión y del legado que están construyendo para las futuras generaciones.
Si se tiene en cuenta que hasta no hace muchos años todo lo que rodeaba al fútbol estaba prácticamente vedado para las mujeres, todo cambio, avance o mejora, es motivo de celebración. Es que los tiempos, las personas y las instituciones están transformándose de un modo tal que se está reconfigurando no sólo el modo de pensar el fútbol en su conjunto sino que se están habilitando nuevos espacios y terrenos de participación y gestión que tienen a las mujeres como protagonistas y conductoras, trabajando codo a codo con sus compañeros varones.
En pos de visibilizar todas estas acciones y a quienes las llevan adelante, Rosario Fútbol reunió a un destacado grupo de árbitras, formadas en el Colegio Arbitral de la Asociación Rosarina de Fútbol, con la finalidad de que transmitan su experiencia desde los inicios de la profesión hasta estos días. Ellas representan y son la voz de un grupo que hoy cuenta con cerca de treinta mujeres en continua formación, con un futuro de grandes posibilidades en el mundo del fútbol que tanto queremos.
“Vengo de una familia incluída de varias maneras en el futbol, hermano árbitro, hermano jugador, padre fanático del fútbol”, inicia la charla Yoana Scarafoni, una de las árbitras con mayor trayectoria en Rosarina, quien también recuerda sus primeros pasos en el arbitraje, allá por 2009.
“Soy la más grande de todas las chicas en la actualidad y elegí esta profesión en primer lugar por una cuestión laboral y sin saber que esta gran locura se convertiría en una pasión y en lo que más amo hacer. En un principio calculé que iba a ser muy difícil insertarme en el grupo dado que eran todos hombres, y sólo éramos dos mujeres haciendo el curso: mi sobrina y yo”, cuenta Yoana.
“Por cuestiones personales mi sobrina se mudo a Buenos Aires y quedé sola en un mundo de hombres dónde aún era muy machista el deporte”, recuerda. Yoana cuenta con el plus de la experiencia y dice: “No me creo la mejor, siempre hay mucho que aprender, pero considero que puedo aportar mi experiencia a través de los años, cosas que uno ve, que uno aprende, que uno vive.”
En este sentido, habla sobre las elecciones a lo largo de su vida y dice: “Se me dieron todas las oportunidades habidas y por haber, no creo que las haya desaprovechado, sólo que puse otras prioridades en mi vida. En el momento que arranqué mi niña tenía 3 añitos y ella, la casa, y la familia también me necesitaban. No me arrepiento, pude hacer lo que más amaba, apoyada por ellos.
“Si tengo que hablar de mis compañeros varones, no tengo críticas, siempre me integraron, aguantaron mis locuras, y me cuidaron el doble por ser mujer. Un gran referente mío, a nivel humano, y personal, es Matías Bianchi. Una gran persona que esta carrera me dió la oportunidad de conocer.
Sobre las mujeres en el arbitraje y qué sucede en la sociedad sostiene que “todavía les cuesta ver una mujer en el arbitraje, que sea quien conduzca el juego en este deporte. He dirigido casi todas las categorías tanto en fútbol de campo como en fútbol de salón y soy feliz con el lugar que ocupo dentro de la Liga. No pretendo más, porque tampoco mis tiempos lo permiten. Pero siempre lo digo, en la medida que puedan, capacitarse, entrenar, aprender, mejorar, ese es el camino.”
Sobre el final y en consonancia con lo anterior, Yoana resume a modo de cierre: “No hay nada más lindo vivir de lo que uno ama." Al mismo tiempo, cuenta que comparte esta pasión con su hija de quince años quien está dando sus primeros pasos arbitrales. El último párrafo es para los agradecimientos: “Tengo (y sé que no le gusta que le diga así, pero lo hago hace años) un jefe genial como Cristian Ferreyra, que más allá de haber sido instructor mío por el 2009, es una gran persona, que siempre nos apoya, dentro y fuera de la cancha. Que se preocupa e interesa por la persona que somos, porque jamás nos tomo como un número más.”
“Desde el año 2018 pertenezco al colegio de Árbitros de la Asociación Rosarina de Fútbol. Mi comienzo fue un año consecutivo con el fútbol infantil, luego comencé con fútbol femenino de campo, futsal en general y este año 2022 debuté cómo asistente de Primera División Masculina”, afirma Anahí Aguilera quien también sostiene que eligió la profesión “por ser diferente al común de otras”.
“Conocí el fútbol del otro lado de jugarlo, me encanta y es gratificante poder hacerlo. Cuando llegué al colegio solamente había seis mujeres en el plantel femenino, hoy en día somos 25 mujeres en formación constante y pudimos afianzar un lindo grupo de trabajo”, subraya Anahí sobre este crecimiento importantísimo que se dio al interior del grupo y sobre una demanda en ascenso en torno al arbitraje en Rosario.
“En lo que respecta a mi persona cada día me levanto con el objetivo de vivenciar oportunidades únicas que me presenta el arbitraje. Para ello, hace un año atrás decidí hacerlo más profesional y comencé con un nutricionista personal, coaching ontológico, psicólogo deportivo, gimnasio, lectura del reglamento y cambios del mismo. A todo eso, sumarle la familia y los quehaceres cotidianos”, cuenta Anahí sobre cómo siguió formándose a pesar de los tiempos y pausas que impuso la pandemia.
Sobre la convivencia con compañeros varones y referentes cuenta que “en todo momento es muy buena, ellos me cuidan y protegen a la hora de acompañar en la labor. Mi referente es Nazareno Arasa en el ámbito del arbitraje.”
Y en este sentido, también señala: “Lo que más me gusta del arbitraje es poder compartir con mis compañeros y trabajar en equipo. Lo que menos me gusta es la falta de respeto de la gente en las canchas.”
Agradecimientos
“Mi expectativas no tienen límites, a dónde está profesión me quiera llevar iré en el corto o mediano plazo y para eso me preparo cada semana”, resume con gran entusiasmo. “Agradezco a Dios, mi sostén, mis hijos y mi familia. Ellos son mi fuerza para cada día poder ser un poco mejor”, concluye Anahí, otra de las apasionadas por esta profesión.
“Mis primeros pasos en el arbitraje fueron en el fútbol infantil, lo sigo haciendo y me encanta. Recuerdo que tuve muchos nervios en mi primer debut pero con el tiempo lo amé en cada jugada y hasta el día de hoy me encanta ver cómo disfrutan los chiquitos cuando juegan. Después, como asistente en inferiores masculino y con el tiempo, en el fútbol femenino arbitrando y asistiendo”, afirma Vanesa Campos, quien es parte del Colegio de Árbitros de la ARF desde el año 2014.
También recuerda por qué eligió la profesión y dice: “Yo elegí esta profesión por una necesidad. Estaba en el último año de secundaria y lo tomé como un trabajo para tratar de juntar unos pesos para el viaje de egresados y la graduación. Después me gustó y hasta el día de hoy no paré.”
Vanesa, para quien la inclusión es una herramienta fundamental en la cual se debería avanzar, también expresa que “lo que más me gusta de ser árbitra es la buena relación que tenemos con las chicas. El grupo de femenino es un grupo muy lindo, donde hay apoyo y compañerismo. Igual siempre me sentí acompañada en ambos grupos.”
En este sentido cuenta que “la convivencia con mis compañeros varones siempre fue buena, siempre me recibieron bien y me dieron consejos para seguir mejorando. Los referentes que tengo en el arbitraje son Nazareno Arasa, Maximiliano Macheroni, Saúl Laverni y Estefanía Pinto.”
Vanesa también habla de sus expectativas, siempre pensando en clave colectiva. “Poder llegar hasta donde la profesión diga, dirigir algún partido importante, por qué no llegar a hacer el curso nacional de árbitro y seguir apoyándonos unas a otras”, resume.
Y agrega; “Lo que menos me gusta de ser arbitra son los insultos. A veces me río de los insultos, de cómo insultan a viva voz y ahí ves que el fútbol es muy machista, sobre todo en la tribuna. Ya no sirve insultar, son otros tiempos. La mujer tiene más poder, más voz y el mismo derecho que el varón a pesar de que hay gente que todavía le cuesta o no lo quiere entender.”
Agradecimientos
“A mi familia va el mayor agradecimiento que podría dar. A mis viejos que me apoyaron y lo siguen haciendo. Y especialmente a mi papá que me lleva a la cancha y escucha los insultos”, concluye.
“Mis primeros pasos en el arbitraje como todo lo nuevo en la vida fueron medio temerosos, por tener ese miedo a equivocarme, a cobrar algún fallo arbitral mal, quizás hasta temía a que se vayan a quejar. No entendía nada en ese momento. Ni siquiera me daba cuenta que el árbitro convive con el error y que el fútbol en sí se basa en errores y aciertos. Con el correr del tiempo entendí que las personas pagan por ir a divertirse, por ver a sus hijos sonreír, jugar en equipo y demás. Cada uno tiene su rol y el del árbitro no es algo menor”, resume Claudia González, otra de las referentes de la profesión.
En coincidencia con algunas de sus compañeras habla de los inicios y recuerda: “Llegué al arbitraje de casualidad, estaba pasando por una situación económica muy mala, no tenía trabajo y me recomendaron hacer el curso porque tenía inserción laboral inmediata. No tenía nada que perder.”
Con respecto a su experiencia en el Colegio de Árbitros de Rosarina, Claudia rescata que se encontró “con un grupo humano extraordinario, todos dispuestos a colaborar para que aprendamos rápido. Y no sólo te ayudaban en eso, sino que nos prestaban la indumentaria para que comencemos a dirigir lo antes posible y así tuviéramos nuestros propios ingresos.”
Consultada sobre qué le puede aportar a la profesión y sus referentes en el arbitraje, Claudia no duda en afirmar que “si tuviera que elegir una cualidad que me identifique para aportar al Colegio diría que me gusta mucho ayudar a los aspirantes a capacitarse, los ayudo en los exámenes e intento guiarlos en esos primeros pasos, tal como lo hicieron conmigo. Con respecto a mis compañeros varones no tenemos distinción alguna, a todos nos tratan por igual y todos tenemos las mismas posibilidades. Obviamente, para mí los mayores referentes que tenemos son Laverni, Arasa y Macheroni”, expresa.
Acerca de las desigualdades, dice que surgen desde las hinchadas, “porque la gente a veces no se mide y realiza insultos o dice cosas despectivas por el sólo hecho de ser mujer, como por ejemplo "anda a lavar los platos", o "que vas a saber vos de fútbol". Igualmente vemos mayor violencia verbal contra nuestros compañeros varones que contra nosotras.”
“Amo esta profesión y si tuviera que elegir una meta a corto plazo me gustaría poder arbitrar partidos importantes con personas que recién están iniciando en el arbitraje para así poder ayudarlos a proyectarse. Una meta a largo plazo sería poder ser instructora para dictar clases profesionalmente”, proyecta para un futuro no tan lejano.
Agradecimientos
“A todas aquellas personas que se ponen el fútbol y el arbitraje femenino al hombro para que siga creciendo y ganando terreno. Creo que muchísimas mujeres tienen el potencial necesario para profesionalizarse y disfrutar de este hermoso deporte al 100%. Gracias también a aquellas personas que me enseñaron y dieron la posibilidad de ir creciendo dentro de este ámbito, y sobre todo gracias a mi hermosa familia que siempre me está bancando y me acompañan en toda esta locura”, dice Claudia sobre el final de la entrevista.
“Empecé con el arbitraje porque necesitaba cambios en mi vida ya que el trabajo que tenía no me daba demasiadas ganancias. En el arbitraje, si tenés coraje y sabes un poquito de fútbol empezás así que fui a Parque Irigoyen porque Anahi Aguilera me dijo que faltaban mujeres y además porque mi papá es ex árbitro. Así fue como me decidí y empecé”, cuenta Gabriela Tiesso sobre sus comienzos.
Afirma que no le molestan los cambios “cuando la meta es ir para delante.” Y agrega: “Nos podemos equivocar pero al llegar a Rosarina te encontrás con un grupo muy lindo que te hacen parte enseguida, te explican y te dan herramientas para que cuanto antes puedas comenzar. Empecé con infantiles y después fui asistente en inferiores. Cuando me inicié ese mismo año comenzaba el fútbol femenino así que fuimos todas aprendiendo al mismo tiempo tanto jugadoras, cuerpo técnico y árbitras.”
Con respecto a lo que no le gusta de la profesión, coincide con sus compañeras con “el tema de los insultos y que a veces se van al otro extremo y no le hace bien a nadie. Las mismas jugadoras piden sacar a esas personas.”
Transcurre la charla y Gabriela plantea un tema que frecuentemente se debate en los grupos y que tiene que ver con la edad y la continuidad en la profesión. “De mi parte, pienso el arbitraje de un modo más tranquilo debido a que la edad no me acompaña, no es que me sienta grande pero sé que tengo pocas posibilidades y como hay un grupo de niñas más jóvenes me gusta estar para que sigan. Hay futuro, sólo tienen que arrancar y no dejar porque es una linda profesión.”
“Empecé el curso el año pasado, recomendada por un conocido de mi papá. Estaba atravesando un momento en el que no tenía trabajo y no sabía qué estudiar así que en el comienzo de curso sólo tenía atención para Futsal. Fuí a ver y conocer primero como cronometrista”, recuerda Micaela González sobre su reciente inserción en la profesión.
A poco de iniciarse en la disciplina (futsal) y esforzarse en cumplir con los entrenamientos y las exigencias propias que demanda la actividad, recuerda: “Escuchaba a un profesor que sacaba temas de arbitraje de fútbol de campo, así me fui interesando por su vocación de hablar sobre arbitraje y dije sí, me animo. Recuerdo agarrar un banderín sin saber nada de fútbol, tenía terror pero ese profe me daba aliento, me preparó para más, para derrotar mi miedos y mi timidez, también fue fundamental la ayuda de mi compañeros.”
“Se que aún debo tener más confianza en mí y crecer”, resume Micaela quien recuerda cuando se animó y debutó como asistente de Inferiores. “Me fui animando poco a poco, mi primer partido fué un amistoso femenino. También recuerdo mi primer debut como asistente de inferiores que me hicieron un llamado y me dijeron ¿ te animas ? A pesar de que no la había pasado bien en la primera experiencia, fuí. Mis compañeros me hicieron fuerte y la charla del profe, también.”
“Con mis compañeros varones me llevo muy bien siempre me dan palabras de aliento el compañerismo es excelente me siento cómoda, están, se preocupan, acompañan y no te dejan sola. Aguante insultos pero aprendí a ignorarlos y seguir con lo que me gusta porque a pesar de todo terminé amando está profesión”, dice.
Agradecimientos.
“A mi padres y hermanos por darme aliento para seguir y no aflojar. Quisiera llegar para algo más y seguir en la carrera de arbitraje.”
Como párrafo final, un especial agradecimiento de Rosario Fútbol a este gran grupo de mujeres que no sólo posibilitaron la entrevista, sino que contribuyen de manera desinteresada con la tarea de transmitir sus conocimientos y habilitar las herramientas necesarias para que el fútbol, finalmente, sea más inclusivo y equitativo en nuestra ciudad.
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