De aquel primer puñado de clubes, que se podían contar con los dedos de una mano y que en 1905 vieron la necesidad de organizar y estructurar el deporte que practicaban, a los más de 90 que actualmente se encuentran afiliados los cuales se encuentran compitiendo en los diferentes certámenes de la ARF y sus más de 35 mil jugadores, pasaron décadas de crecimiento sostenido, de expansión deportiva, de acompañamiento y contribución social, y ni siquiera una pandemia, que impactó muy fuerte en la sociedad toda, pudo detener el avance de la Asociación más importante de nuestro interior.

Tal como se mencionó, imposible soslayar en el análisis el impacto de la pandemia por Covid 19: los últimos dos años golpearon muy fuerte a todas las entidades deportivas, fueron tiempos de incertidumbre, de pérdidas y desafíos, ya que la actividad deportiva debió detenerse en varios momentos y los ingresos se hicieron cada vez más acotados.

Cuando se desató esta crisis sanitaria sin precedentes, hace poco más de dos años atrás, el 115 aniversario de la ARF encontró a la institución en esta situación traumática que desafió como sucedió con todas las organizaciones civiles, a adaptarse a la nueva realidad, posibilitando discutir, diseñar e implementar planes de continuidad ajustados a las circunstancias pandémicas. Así fue como la ARF tuvo que implementar rápidamente medidas para atenuar el impacto negativo de la situación de aislamiento e interrupción transitoria de las actividades que hacen al perfil de la organización, su razón de ser y su identidad.

A pesar de este panorama preocupante y desolador, en los períodos 2020-2021 se dio un nuevo récord de inscriptos y fichajes. Nadie quedó al margen de esta profunda crisis. A la par que aumentaba el número de contagios y pérdidas de vidas humanas se multiplicó el número de gestos solidarios ante la imposibilidad del contacto cercano y cara a cara por posibilidad de contagio.

Poco a poco los clubes no sólo fueron espacios de contención para los deportistas sino refugio para vecinos y todo aquel que tuviera una necesidad. De aquel rol original de organizadores de competencias deportivas, la realidad demandó una transformación hacía el interior de las organizaciones. Para ello, la ARF promovió prácticas participativas y rediseñó las estrategias comunicativas y relacionales, buscando puntos en común con autoridades políticas y deportivas de la ciudad, fortaleciendo vínculos y acciones más allá de lo estrictamente deportivo, reconvirtiendo el capital humano de la gran familia del fútbol rosarino en voluntarios solidarios.

Este año, por iniciativa de la mesa directiva de la ARF, a inicios de la temporada se dispusieron una serie de medidas económicas que rondaron los $20.000.000, entre los que se destacan las excepciones al pago de la cuota de afiliación correspondiente a los meses de enero, febrero y marzo; la absorción de los aumentos de la Cuota de Participación durante los meses de marzo y abril; la entrega sin cargo de tres balones oficiales marca Mitre y la acreditación de $30.000 en la cuenta de los clubes por cada línea participante del Torneo Solidario.

Innumerables son los desafíos en este nuevo escenario, en el contexto de una sociedad diezmada por la pérdida y la incertidumbre, tratando de reinventarse a como de lugar.

Por estas acciones y por el esfuerzo mismo de todas las instituciones, casi no hubo bajas en cuanto a clubes afiliados y, por el contrario, nuevos integrantes se sumaron a la familia de La Rosarina. El presente, a pesar de las dificultades, demuestra que la Asociación Rosarina de Fútbol sigue encaminada hacia un gran futuro.