Fotos y texto Miguel Martínez.

Cuando no hay problemas económicos, las obras que se emprenden se pueden terminar en tiempo y forma. Y cuando un proyecto es ambicioso, se nota a simple vista. Lo que la dirigencia y los gerenciadores de A.D.I.U.R. han realizado en el predio que el club posee en Avenida Sabín 35 bis, trascenderá su mandato y se convertirá en un verdadero legado, que quedará para los chicos que jueguen allí generación tras generación. Una obra que cambió radicalmente la fisonomía de la institución, y que festejan tanto los vecinos, como los padres de los futbolistas, y hasta los rivales, que de ahora en más tendrán el placer de jugar en una cancha poco vista en nuestro país.

La Agrupación Deportiva Infantil Unión Rosario nació a principios de los 80, y desde entonces ha encontrado su lugar en el seno de la Asociación Rosarina de Fútbol, liga en la cual ha brillado, y pese a algunos vaivenes propios de la deportividad, ha sido cuna de grandes jugadores, y espacio de reunión y desarrollo para muchos equipos e inolvidables categorías que han consolidado allí su amistad. En los últimos años un grupo gerenciador (encabezado por Fabián Soldini) ha emprendido algunas obras de llamativa magnitud. En primer lugar transformaron la antigua cancha de baby (bella cancha, por cierto) en una también hermosa de césped sintético. Y apenas estaba terminada, ya habían puesto sus ojos en la de once, a la cual le aguardaba el mismo destino.

A principios del 2011 empezaron los trabajos para convertir a la cancha grande de Adiur en la primera de césped sintético de toda la provincia de Santa Fe. Un año entero les llevó derribar lo que estaba en pie, y levantar las nuevas estructuras. Si bien la carpeta verde se colocó en poco más de una semana, los trabajos realizados en el piso fueron lo que más demoró. Parecía que en el segundo semestre del año pasado la cancha estaría lista para ser inaugurada en Rosarina, sin embargo, y pese a que se está utilizando diariamente, la ausencia de vestuarios hacía imposible la habilitación oficial.

Hoy por hoy la mega-obra está terminada. Y la idea de Darío Marchano, Presidente del club, es inaugurarla el próximo martes 28 de febrero, con una fiesta acorde a la embergadura de la inversión hecha. Haciendo un amistoso e invitando a muchos jugadores y ex jugadores profesionales, que por estar vinculados con el grupo gerenciador no tendrían inconvenientes en contactar. De hecho, la primera división de Rosario Central ya ha practicado varias veces en Adiur, aprovechando en los días de lluvia, el rápido desagüe que tiene hacia sus costados, el flamante campo de juego.

Los vestuarios, que fue lo que se levantó en los últimos meses, ya están terminados. El del árbitro está bien cerca de la puerta de ingreso a la cancha. Los del local y el visitante no mucho más lejos, ambos por el mismo pasillo. Pegadito, un consultorio médico donde se podrán atender los lesionados y estarán los elementos de primeros auxilios y la camilla. Continuando con esa misma construcción (se pintó todo de idéntico color) quedaron el buffet y el vestuario del baby.

En el corner opuesto se colocó la casa del sereno, la cual antigüamente se ubicaba en otro sector. Una linda edificación de dos pisos, que le permitirá al “casero” controlar a buena altura todo el predio en su totalidad. Asimismo, se cambiaron las instalaciones de gas, de luz (casi por completo), se construyó un gimnasio (cercano a la entrada de Av. Sabín), y se cambió todo el alambrado perimetral de la cancha de baby, colocándole en la parte baja una losa de cemento. Esto se hizo porque anteriormente los hinchas y padres ponían sus pies sobre el tejido, o se apoyaban desmedidamente en él, y lo iban doblando cada vez más. Ahora, bien reforzado, tendrá otro aspecto.

En síntesis, Adiur parece otro. Y esta renovación que le cambió tanto la cara, ha generado que muchísimos niños y adolescentes se vayan a probar a sus prácticas. Porque de sólo ver la cancha de once, dan ganas de jugar en ella. “Esto hizo que no haya más lesionados. Desde que estamos jugando acá, lo creas o no, no tuvimos más lesiones” explica el presidente Marchano. Y luego agrega “antes el terreno de Adiur era durísimo. Con decirte que cuando se trabajo acá abajo sacaron hasta hierros, vigas y pedazos de vías de tren, no te olvidés que todo por acá pasaba el ferrocarril”.

Adiur ha cambiado. Parece un club del primer mundo. Por eso ahora le apuntarán a los resultados deportivos, para meter al “naranja del viaducto” en la Zona A1 de Inferiores, y en el Torneo Molinas de Primera División. No obstante, si no se consiguen esos ascensos, el camino elegido parece ser el correcto. El de apuntalar los simientos de una institución amateur que le da mucho al barrio, y que seguramente seguirá trabajando para permitirle a los niños practicar un deporte, y relacionarse social y afectivamente con un grupo de compañeritos. Brindamos por este crecimiento, y seguiremos estando a su lado cuando empiecen las competencias.