Fotos y texto Miguel Martínez.

Buena parte del espacio que tenemos en el programa radial “Rosario Fútbol”, el cual se emite todos los domingos a las 19:30 por Radio Nacional (AM 1300), es ocupado por las estadísticas. Los resultados que se originaron horas antes en los distintos encuentros, sus goleadores, la actualización de las tablas de posiciones, la próxima fecha. Por tal motivo, al no haber fecha debido al receso invernal, nos encontramos privados de todo ese caudal informativo y decidimos reemplazarlo por una amena charla con algunos de quienes hacen el fútbol de la Rosarina. Sus protagonistas. Y la nota, verdaderamente, fue muy sustanciosa.

Nino Palmigiano, delantero de Unión y Sociedad Italiana; Carlos Lazo, atacante de Sagrado Corazón; y Bruno Cerino, arquero de Bartolomé Mitre de Pérez. Nino tiene 21 años y es criado (nació en el sur) en San Nicolás. Desde que llegó a nuestra ciudad, allá por el año 2005, jugó en Newell's Old Boys, Tiro Federal, Argentino, y ahora está a préstamo en el rojinegro de Álvarez. Lo curioso de su caso, algo que nos reveló él mismo en los micrófonos de Nacional, es que recién a los 13 años empezó a jugar al fútbol. Algo no muy frecuente en nuestro país, donde la mayoría de quienes se dedican a la pelota la agarran de más chicos. Cuando aún tienen edad de baby.

Carlos también tiene 21 años, aunque él es categoría 89 y en pocos meses cumplirá 22. Es nacido en Villa Gobernador Gálvez, y jugó en el fútbol infantil de Coronel Aguirre. Luego pasó a Defensores Millonarios, aquella filial de River Plate que estuvo en nuestra ciudad entre el 2003 y 2005, y previo paso por las inferiores de Aguirre, llegó a Sagrado Corazón, club en el que está desde hace bastante tiempo, según sus propias palabras, muy cómodo. Él supo jugar de volante, pero últimamente se acomodó como centrodelantero y parece haber encontrado su lugar en la cancha.

Bruno, para no ser menos, también tiene 21 pirulos. En su trayectoria sólo hubo dos camisetas, la de Río Negro y la actual, de Mitre de Pérez. Obviamente su identificación con el club de barrio Belgrano es mayor, pues en él jugó desde los 10 años, hizo baby, inferiores, y primera, equipo con el cual consiguió el ascenso al Molinas en el 2009, y mantuvo la categoría al año siguiente en una final inolvidable. Ahora por cuestiones de tiempo (no podía sincronizar sus estudios y su trabajo con las prácticas en el albinegro) se fue de esa entidad, pero sigue siempre atento a su suerte.

Los tres forman parte de una nueva generación de futbolistas. Una camada de pibes que en muchos casos se conocen en una cancha, y se terminan haciendo amigo en las redes sociales. Crean lazos. Comparten la misma pasión por el fútbol y buscan trascender las canchas de Rosarina para llegar, por qué no, al máximo nivel de AFA, o bien al profesionalismo de alguna categoría inferior, pero igualmente competitiva. Saben que están a tiempo de conseguirlo. Son conscientes de que van por el buen camino. Y por eso se entrenan duramente. Para darle lo mejor a sus respectivos clubes.

En la extensa entrevista, que duró casi todo el programa, nos contaron cómo ven a sus equipos. Por dónde les gusta moverse en la cancha. Y qué les parece el torneo local entre otras tantas cosas. También hablaron de su futuro, y coincidieron en que para irse a jugar al campo todavía tienen tiempo. Sus edades todavía les permite soñar con dar un gran salto, y llegar a la elite del balompié nacional. En cambio desembarcar en algún equipo del interior santafesino sería como resignar esas chances. Darse por vencido. Estancarse en un club donde si las cosas no salen, los primeros en ser despedidos son los futbolistas más remunerados.

También coincidieron en que el jugador que pasa por Rosarina está en condiciones de desempeñarse con óptimos rendimientos en cualquier punto del país. El nivel de juego del Molinas los prepara para enfrentarse a otros desafíos superiores o similares (llamese Nacional B, Torneo Argentino A, B Metro, Primera C, etc). Ejemplos hay cientos. Y por eso tienen la ilusión intacta. Una ilusión que también se manifestó a flor de piel cuando se tocó el tema del posible seleccionado de Rosarina (con edad de primera) que jugaría un cuadrangular en Estados Unidos en diciembre próximo.

Luego llegó el momento de los saludos, en el que los tres priorizaron a la familia (incluso Nino admitió tener la imagen de sus padres tatuada en el cuerpo), y antes de la despedida Cerino nos dejó una idea sabia, que bien vale compartir con quienes no pudieron escuchar el programa. En pocas frases el golero de Mitre nos explicó que si bien le encantaría “llegar” en el fútbol. Convertirse en el cuidapalos de algún club de primera, sabe bien que los que tienen esa chance son pocos (algo que el conductor del programa, Juan Carlos Gazzo, siempre recalca), y por eso pone sus energías también en otras cuestiones. Abre el juego al trabajo y al estudio, y sabe que en el Periodismo Deportivo, la carrera que eligió, bien podría estar su profesión futura.

Desde Rosario Fútbol queremos agradecerle a estos tres jugadorazos, por haber tenido la deferencia de acompañarnos en Radio Nacional un día en el que podían dedicarse exclusivamente a su familia, y también felicitarlos, por lo bien que están haciendo las cosas adentro de la cancha, y lo bien que se expresan fuera de ella. Ojalá haya cada día más futbolistas así. Con la educación, el respeto y la afección al trabajo que manifiestan Nino, Bruno y Carlos.