El Torneo Provincial Sub-15 finalizó este domingo en el Estadio del Trebolense de El Trébol, pero haber participado en él nos ha dejado bastante tela para cortar. Durante la ceremonia de premiación, realizada apenas culminó la serie de penales que ganó Rosario, 3 a 1 sobre Casilda, el equipo que más copas y trofeos recibió fue precisamente nuestro representativo. El combinado de la categoría 2000 de la Asociación Rosarina de Fútbol brilló, no sólo dentro de los campos de juego, sino también en toda su estadía, primero en la ciudad de San Jorge, y luego en la de El Trébol.

Dirigidos por Claudio Héctor Marinich y su hijo, Claudio Leonel, quienes contaron con la colaboración del profe Ignacio Sartori y el kinesiólogo Ivo Giovagnoli, todos ellos muy merecedores de este enorme triunfo colectivo, por haber sabido encausar las energías y disponer no sólo los ordenamientos tácticos dentro de la cancha, sino también los comportamientos grupales fuera de las mismas. En los lugares de almuerzo y cena, en los hoteles, y hasta en el micro que los trasladaba, los chicos mostraron un respeto enorme hacia quienes los conducían y hacia sus rivales.

Tras los cinco partidos que jugaron, los números son elocuentes: Cuatro victorias y un empate, campeones invictos. Con 15 goles a favor y ninguno en contra. Desde luego que fuimos “LA VALLA MENOS VENCIDA” del torneo, premio que recibieron nuestros dos arqueros, responsables de esta magnífica conquista: Agustín Forletta y Franco Fragueda. Por si esto fuera poco, también tuvimos a uno de los dos goleadores que hubo en el certamen: Uno fue de la Liga Cañadense, el otro Celso Zacarías, el chico de Alianza Sport que culminó con 3 tantos.

Pero probablemente el que más orgullo nos da, es el premio del “JUEGO LIMPIO”. Una distinción merecidísima, ya que el nuestro fue un equipo que en ningún momento necesitó del juego brusco o las malas artes para superar al rival de turno. Probablemente no fueron más de cuatro las amarillas recibidas en todo el certamen. Y por supuesto, ni un expulsado. El rojiblanco fue un equipo respetuoso, que no habló más que lo justo y necesario por intermedio de su capitán. No protestó, no demoró, y se limitó a hacer lo que mejor sabía hacer: Jugar al fútbol.

Lo cierto es que las Copas ganadas por el Sub-15 y el Sub-16 tienen una altura similar. Un brillo parecido. Lo realmente valioso de estos torneos, y que quedará grabado seguramente a fuego en la memoria de cada uno de los participantes, es cada momento vivido. Esas anécdotas que contarán los jugadores o el cuerpo técnico cada vez que se vuelvan a encontrar en una cancha, ya sea como rivales, o nuevamente como compañeros. Los días compartidos en otra ciudad, integrando una delegación, representando a una Liga, generan una unión, una afinidad entre los chicos, que no se borrará por más que pasen los años.

Porque un par de prácticas suelen ser suficientes para que esas relaciones se convierten en amistades. Esa solidaridad que exige el grupo y el profe de turno, ese jugarse entero por un objetivo común, ese confiar en el que está a tu lado, apoyarlo si se equivoca, alentarlo para que mejore, felicitarlo de corazón cuando acierta... en síntesis: Formar parte de un EQUIPO con todas las letras, brinda una enseñanza de vida que sólo se aprende experimentándola. Por eso es que decimos que es un bien imperecedero. Un patrimonio para toda la vida. Algo más importante que una medalla.

Desde la Asociación Rosarina de Fútbol queremos felicitar a estos 18 jugadores, y desde luego a los cuatro profes que condujeron el “barco”, por haber dejado tan en alto el prestigio del fútbol rosarino. Nosotros estamos muy orgullosos de ustedes y los seguiremos acompañando en los cruces interprovinciales que vendrán, y en el camino que recorrerán en busca del Torneo Nacional Sub-15 a realizarse en Salta la linda. Talento y condiciones ya demostraron que tienen de sobra.