Aunque muchos no lo puedan entender, en el fútbol de la Asociación Rosarina también se encienden amores muy grandes por los clubes. Algunos fanatismos incluso, llevan a sus protagonistas a tatuarse en el cuerpo el escudo de la institución que defienden. Hoy te mostramos las fotos de tres jugadores, cuyas historias te van a sorprender.
Por Miguel Martínez.
Encontrar hinchas con tatuajes de Central, Newell’s, River o Boca, no es tan difícil. Por el contrario, cada vez se vuelve más frecuente. Pero que haya personas con el escudo de Río Negro, Oriental, o Coronel Aguirre pintado sobre la piel, no es cosa de todos los días. Hoy en Rosario Fútbol te mostramos que no faltan los “locos lindos” que se marcan el cuerpo con los colores de su club. Una decisión que por supuesto es para toda la vida, con todo lo que ello implica.
Damián Pianovsky es uno de ellos. Este delantero de 20 años juega en la primera de Coronel Aguirre y su amor por el rojiverde lo lleva impregnado en el gemelo de su pierna izquierda. En Aguirre sin embargo, es más fácil encontrar tatuajes relacionados con el club. También poseen uno: Nicolás Salinas, Iván Báez (lleva el nombre del club escrito en su espalda), Eduardo Oliva, y Ezequiel Lavezzi por supuesto, el más famoso de los jugadores que tiene una “tinta” alusiva a su entrañable Coronel.
La explicación para entender tanta devoción por Aguirre es sencilla. En Villa Gobernador Gálvez, ciudad de más de 100 mil habitantes, la multitud que sigue al equipo vive su pasión muy al estilo de los “pueblos” o pequeñas localidades de nuestra región, donde el club local es seguido y venerado por todos los futboleros del lugar. O al menos por la gran mayoría. Pianovsky se hizo el tatuaje de la foto en febrero de 2010 cumpliendo una promesa.
“Yo había prometido que si salíamos campeones en el 2009 me tatuaba el escudo y me cortaba el pelo. Y cumplí. Las dos cosas. La fecha se la agregué porque el día en que jugamos el último partido contra Griffa, es justo mi cumpleaños: el 6 de diciembre. Ese día cumplí 20 años. Así que tuve festejo doble” cuenta “Piano”, que pese a su corta edad ya se dio el lujo de jugar un Torneo del Interior.
Por eso quizá resulta más curioso los otros dos casos: el de Milton Aquino, ex jugador de Oriental (integró el primer equipo hasta el año pasado), y el de Matías Barrio, volante de Río Negro. Para Barrio, la idea de tatuarse surgió por una promesa que hizo junto a Facundo Parrino, compañero de equipo. “Si ascendemos al Molinas nos tatuamos” se dijeron, y así fue. Luego del segundo puesto que obtuvieron en la Copa Pinasco del 2009, y la confirmación del ascenso, decidieron cumplir su palabra.
Ambos se hicieron en el tobillo un escudo idéntico, acompañado de unos tribales. Otro que se había juramentado lo mismo era “el toro” Oscar Jara, aunque el goleador de aquel campeonato se hizo un tatuaje algo diferente, y en el gemelo. En enero, antes del comienzo de la pretemporada, ya estaban estrenándolos. Pero no fue la única promesa hecha en pos de aquel objetivo, ya que la mamá de Facundo Parrino le llevó al Padre Ignacio una foto del plantel de Río Negro completo, para una bendición, que evidentemente trajo sus frutos.
Es más, la señora Parrino también llevó hasta la famosa Parroquia Natividad del Señor (de Barrio Rucci), una virgen que acompañó al equipo en todos los partidos de local. Fue la cábala oficial de Río Negro, y vaya si funcionó. Ahora, según nos confirmó el propio Parrino, si consiguen el título del Molinas (el siguiente sueño que persigue este plantel), tienen pensado hacer una caminata hasta San Nicolás para visitar a la Virgen, y agradecerle el hipotético título.
En Oriental también es bastante común ver a jugadores con tatuajes relacionados al club. No sólo lo tiene Milton Aquino, también su hermano Emanuel, Ezequiel Quiñónez, y otros dos hermanos: Franco y Milton Martínez. “Uno cuando se hace un tatuaje tiene que estar muy seguro, y yo estoy muy orgulloso de tener el escudo de Oriental, más allá de que ahora no esté jugando en el club” asegura Milton, cuyo último club fue Rivadavia de Peyrano.
“No sólo fue un gesto de unión con el club, también con mi hermano, ya que nos lo hicimos juntos en abril del 2008, y en el mismo lugar: la espalda” explica el ex zaguero aurinegro. “Hacía mucho que veníamos pensando en hacérnoslo, y como teníamos fe en que ese iba a ser el año del ascenso… nos adelantamos. El negro Quiñónez es el único que no se hizo el escudo, él se tatuó la estrella de campeón” continúa diciendo Milton, que al igual que su hermano es profesor de pilates y manejan un instituto que se llama “ZIO” (la pronunciación es idéntica a la sigla del club: C.I.O) y sus colores son, obviamente, amarillo y negro.
El fanatismo de los hermanos Aquino no termina ahí. En su dormitorio, tienen el escudo del club pintado en la pared, y el resto del cuarto está pintado de amarillo y negro, a franjas verticales. Por si fuera poco, hay cuadros con fotos de los equipos que tuvo Oriental, año por año. Casi un museo de este club barrial, tan emparentado por cierto con la familia en cuestión. Como se ve… en nuestra ciudad no todos los fanatismos se limitan a Newell’s y Central. Bienvenidas sean estas sanas demostraciones de afecto al club barrial.
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