Reiniciamos las reseñas históricas con 1925, año en el que Tiro Federal ganó por segunda vez la Copa Vila. Rosario venció a Buenos Aires en sus dos cruces anuales, algo que se había vuelto una sana costumbre. Además, con el retiro de Carlos Guidi se acuñó la frase “colgó los botines”; se inauguró el "Gigante" de Arroyito; y se fue Julio Libonatti a Italia.
Por estos años el dirigente empieza a darle ciertos gustos al futbolista. Le paga un traje, le da monedas para el tranvía, para el vermut, y hasta realiza alguna colecta entre los hinchas para ofrecerle unos pesos motivadores antes de algún partido importante. Se estaba gestando, con tales actitudes, el profesionalismo. Hasta entonces el jugador tomaba al fútbol como un pasatiempo. Le servía para el fortalecimiento físico y espiritual, pero paralelamente se forjaba un porvenir en otras actividades remuneradas. De ahí que fueran tantos los ciudadanos reconocidos que pasaron por la Liga Rosarina. Los hermanos Monserrat por ejemplo, jugaban en Newell’s y fueron directores del banco que llevaba su nombre. Florentino Malaponte fue un renombrado escribano que pasó por Central. Luis Brugnerotto jugó en Tiro y llegó a ser Diputado de la Nación. Adolfo Cristini (Riberas del Paraná) Diputado Provincial, y Rodolfo y Desiderio Ivancich (players de Newell’s) adquirieron cierta notoriedad como doctores.
No fueron las únicas personalidades salidas de las canchas. Luis Albornoz (de GER) fue Ministro de Instrucción Pública de Santa Fe. Luis Ferrari (Belgrano y Washington) un político de relieve. Claudio Newell, Tertuliano Martín, José Olaeta, y Gerardo Scarabino entre otros, fueron médicos y abogados reconocidos. Luis Cárcamo llegó a ser gobernador, Alberto Ludueña (delantero de Newell’s) tuvo cargos diplomáticos en el exterior, y Luis Chera, se erigió en un afamado cantante de tango.
Aunque, como se sabe, el fútbol no es practicado sólo por el rico, sino también por el pobre. De modo que no todos los que dejaban su práctica se convertían en grandes magistrados. Antonio Miguel por ejemplo, tuvo un puesto de diarios y revistas en San Martín y San Juan que lo convirtió en otro rosarino de estirpe, muy querido y respetado por sus clientes. Es decir, el fútbol es un deporte que nivela, que no sabe de clases sociales, que genera vínculos imperecederos, y en el cual tanto el canillita como el militar, el carnicero o el escritor, se sienten identificados por la misma pasión por la redonda. Así es que no importaba que dos personas tomaran distintos caminos en la vida, bastaba con que una vez hubiesen coincidido en una cancha de fútbol (como compañeros o rivales) para que esa antigua simpatía reflotara de inmediato y les hiciese estrecharse las manos como viejos amigos.
La temporada arrancó con algunos traspasos llamativos. Ennis Hayes y Antonio Miguel pasaron de Central a Tiro Federal; Vicente Aguirre de Central Córdoba a Newell’s; y Juan Francia retornó a Newell’s procedente de Central. Nacional modificó su casaca. El salaíto tenía antes una franja celeste cruzándole el pecho de manera oblicua, pero esta temporada se la quitó y la llevaría sólo en miniatura en el bolsillo ubicado sobre el corazón.
El 2 de marzo murió Ernesto Celli. El gran delantero tenía 30 años y estaba en la cúspide de su carrera. Celli había salido de juerga la noche anterior, había bailado tangos y milongas en el bar “La Bolsa” de San Martín y Santa Fe, y el domingo se había presentado a jugar un amistoso de pretemporada ante Nacional (en la cancha del sala que estaba ubicada en Gorriti e Iguazú, pleno corazón del humilde barrio industrial). El partido lo ganó Newell’s 3 a 1 pero el malogrado futbolista no convirtió. Se sentía descompuesto. El calor era muchísimo y para peor, una vez finalizado el encuentro el presidente de Nacional convidó a los visitantes con cervezas frías para calmar la sed. El cóctel fue demasiado para Celli que perdió el conocimiento poco después, y ya no habría de recuperarlo. Ernesto fue hombre de selección, excelente compañero y el mundillo futbolero estuvo de duelo varios días tras su muerte. El féretro fue cubierto con los colores de Ñuls y curiosamente su hermano Adolfo,tampoco volvió a jugar. Una lesión, sufrida en el partido con “los olímpicos” uruguayos, lo marginó para siempre.
En definitiva el 25 fue un año de pérdidas y renovaciones. Ignacio Rota se convirtió definitivamente en árbitro y policía. Jacinto Perazzo, famoso por sus barridas, se retiró de la actividad al igual que Carlos “Milán” Guidi, el centroforward de Tiro que se fue tras un partido ante Belgrano. Disgustado por algunas acciones violentas de sus rivales, Guidi se marchó dejando los botines colgados en el vestuario para siempre. Los cronistas de la época acuñaron la frase “colgó los botines” a partir de este acontecimiento. Harry Hayes en cambio, volvió a jugar en Rosario Central después de algún tiempo de no hacerlo.
Por primera vez un equipo argentino salió de gira por Europa. Se trató de Boca Juniors, quien para reforzar sus líneas convocó a Octavio Díaz de Central y Roberto Cochrane de Tiro Federal. En su periplo obtuvo 15 victorias, un empate y tan solo tres derrotas. En el primer clásico rosarino la lepra le ganó 3 a 0 al canalla como visitante (con goles de los hermanos Libonatti y Santiago Guindani) y en el segundo empataron 2 a 2. Los auriazules no andaban muy bien. Estaban sintiendo las ausencias de Ennis, Miguel, Francia y Octavio Díaz (de gira).
Ganarle a Buenos Aires en tanto, se estaba haciendo una sana costumbre. El 25 de mayo, en un reñido encuentro por la Copa Reyna, Rosario lo superó 1 a 0 con gol del “chueco” Vicente Aguirre. La formación nuestra fue: Bernardino Nuin; José Barbieri y Florencio Sarasibar; Alfredo Chabrolin, Filedolfo Salcedo y Umberto Libonatti; su hermano Julio, Aguirre, Gabino Sosa, Ennis Hayes y Celestino López. En la revancha jugada el 6 de agosto en Capital, se volvió a imponer el representativo de la segunda ciudad de la república. En ese caso el triunfo fue por 3 a 2 con dos goles de Luis Indaco y uno de Bearzotti de penal.
El año guardaba aún varios hitos para el fútbol rosarino. Por ejemplo el 9 de agosto el combinado de la ciudad le ganó 2 a 0 al Boca que venía de triunfar por Europa. Además, como una forma de adherir a la celebración del segundo centenario de la ciudad, la Liga organizó un torneo interprovincial. En él, su seleccionado goleó 7 a 0 a Tucumán, 9 a 1 a Paraná, y 4 a 2 a Santa Fe. Se coronó campeón con Díaz en el arco; Fernández y Bearzotti en el fondo; Trufa, Faggiani y Conti en el medio; y Galván, Libonatti, Sosa, Indaco y García (éste último fue el goleador con 7 tantos) en la línea delantera. Por último, el Torino de Italia contrató a Julio Libonatti, que desde entonces y hasta el año 32 fue digno embajador del fútbol rosarino en el calcio. El “potrillo” se convirtió en ídolo de los tifosi tras disputar 284 partidos y marcar 164 goles. Incluso llegó a integrar el seleccionado azurro. El rosarino fue el primer sudamericano en ser contratado por un club europeo, iniciando un éxodo que se intensificaría en la década del 30.
Como si fuera poco, este es el año en el que Central inauguró su cancha de Avenida Génova y Juan B. Cordiviola. El día preciso en el que quedó habilitado el histórico estadio fue el 3 de diciembre de 1925. Tiro Federal mientras tanto vivía meses de gloria. Su segunda división se consagraba campeón de las Copas Pinasco y Lisandro de la Torre, y su primer equipo ganaba la Copa Vila por segunda vez. El tirolense venía perfilándose como candidato luego de vencer 5 a 0 a Newell’s y 7 a 1 a Estudiantes. El 13 de diciembre superó 4 a 2 a Central Córdoba y con esa victoria mantuvo los 4 puntos de ventaja que llevaba sobre ñuls. El título fue festejado ruidosamente. Volaron sombreros al viento y los héroes fueron sacados en andas. Su formación base era: Gerardo De Marchi; Roberto y Juan Cochrane; Carlos Pignani, Victorio Faggiani y Felix Romano; Oscar Rodríguez, Eduardo Bonzi, Antonio Miguel, Ennis Hayes y Celestino López. También participaron en la campaña Francisco Pagliarusco y Santiago Morgoux.
Newell’s (que en el partido de Tiro ante Córdoba había ido a alentar a los charrúas) terminó segundo, Central tercero, Belgrano cuarto y Nacional quinto. Las dos copas de tercera, cabe mencionar, fueron para el canalla. Y para terminar, bien vale mencionar una perlita más. Newell’s invitó a Brasil a jugar un amistoso a nuestra ciudad ya que en Buenos Aires se estaba disputando la Copa América. El rojinegro perdía 2 a 0 ante el poderoso conjunto verdeamarelho, sin embargo remontó el resultado con dos tantos de Badalini y acabó consiguiendo un valiosísimo empate en dos.
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