Fotos y texto Miguel Martínez.

La “gran familia” que conforma la Asociación Rosarina de Fútbol disfrutó este 27 de febrero la “Cena de los Campeones”, tradicional festejo que se organiza anualmente (o cada dos temporadas) para hacerle llegar a los clubes afiliados, de la manera más distinguida posible, los trofeos que le corresponden a partir de los títulos que obtuvieron en la cancha. De la misma, participaron dirigentes, técnicos, jugadores, árbitros, periodistas, miembros del tribunal disciplinario, y otros allegados vinculados a la Asociación.

Como viene sucediendo en la última década, el lugar elegido para el encuentro fue el Salón Perseo del Ariston Hotel, un glamoroso y espacioso recinto que permitió reunir a casi 300 personas. Puntualmente fueron llegando los invitados, que disfrutaron la recepción mientras charlaban y se reencontraban con amigos. Más tarde se fueron ubicando en las meses, y tal como establecía la tarjeta, llegaron la entrada, el plato principal y el postre. Un manjar más rico que otro.

Pero no sólo el servicio gastronómico fue excelente. Toda la organización fue prolija y digna de elogio. Uno de los momentos centrales de la noche suele ser el discurso del Presidente de la ARF, señor Mario Oscar Giammaría. Esta vez no fue la excepción. En su alocución, el máximo dirigente de Rosarina repasó las principales conquistas alcanzadas en esta temporada, y no olvidó aludir a las reformas que se le están aplicando a la Casa que la institución ocupa desde 1978.

Las refacciones hechas en la parte posterior del inmueble (se construyó un segundo piso y se acondicionará el primero), significan un aporte más de esta gestión para con el patrimonio que posee la Liga decana del interior del país, puesto que perdurarán en el tiempo y revalorizan la bonita sede que la entidad posee. Giammaría también valorizó el crecimiento experimentado en los últimos años respecto a la cantidad de clubes afiliados, cifra que no para de aumentar año tras año.

En sus palabras también hubo una mención al vínculo que une a la Asociación con la empresa Disney Sports Attractions, unión que le permitirá organizar este año un torneo clasificatorio cuyo maravilloso premio al equipo ganador será el viaje y la participación en la Disney Cup. Y hay más. También se está organizando a la delegación (que esta vez tendrá un selectivo Sub-13 y uno Sub-11) para jugar la “Disney’s Memorial Day Soccer Shootout”; y se está por firmar un Convenio con la Municipalidad para que la G.U.M brinde un servicio en las canchas del fútbol infantil.

Entre tantos proyectos y tantas realidades, Giammaría se dio el gusto de festejar su propio cumpleaños. El mandamás de la Asociación Rosarina, que ya lleva 20 años al frente de la institución, fue sorprendido con una torta, la canción del “cumpleaños feliz”, e incluso una plaqueta que le entregaron los miembros de Mesa Directiva, a colación de sus dos décadas recién cumplidas conduciendo los destinos de la Casa Madre del fútbol local.

Luego llegó la premiación propiamente dicha. En una primera tanda se entregaron todos los trofeos de inferiores, fútbol infantil y futsal. Allí fueron distinguidos un total de 22 clubes de campo y 10 de futsal. Para el final se dejaron las cuatro copas más importantes: las de primera. San José se adjudicó la Copa Reyna de la C (año 2009); Central Córdoba y Argentino recibieron la del Torneo Hermenegildo Ivancich (2008 y 2009 respectivamente); y por supuesto el broche de oro fueron las copas de la A y la B.

En la Pinasco se le entrega un trofeo recordatorio al campeón y subcampeón, ya que éste último también consigue el ascenso. Por la temporada 2008 fueron homenajeados el Club Atlético Jorge Griffa y el Club Infantil Oriental, y por el pasado torneo, Río Negro y Unión y Sociedad Italiana de Álvarez. En el Molinas, los galardonados fueron Sagrado Corazón por el 2008 (primera vez que gana el torneo) y Coronel Aguirre por el 2009 (segunda vez que lo consigue).

El brindis final fue muy emotivo, y el propio Giammaría recorrió mesa por mesa para chocar su copa con sus pares, a quienes felicitó por su encomiable e incansable trabajo, y los instó a seguir realizándolo, por el bien de las instituciones, y de los jóvenes y niños que utilizan sus instalaciones para hacer deporte, recrearse, y hacer un culto de la amistad. Luego siguió el baile, la música, y la mesa dulce, que pudo ser degustada por los más trasnochados.