En la recorrida histórica que venimos haciendo de nuestros 110 años de fútbol, hoy nos adentramos en lo que sucedía en 1919, año inmejorable para los seleccionados de nuestra ciudad. Obtuvieron cinco triunfos resonantes, entre los que se cuenta un 4 a 1 al poderoso Seleccionado de Uruguay. Tal victoria suscitó numerosos telegramas de felicitación.
Este fue un año inmejorable para el fútbol rosarino de selección. En junio comenzó una sucesión de triunfos que terminó el 28 de septiembre con una histórica goleada sobre Uruguay. Pero repasemos los hechos cronológicamente. A principios de temporada se afiliaron dos nuevos clubes a la Liga: Calzada y Ferrocarril Santa Fe. Este último había sido fundado el año anterior y tenía su cancha en Cafferata y Santa Fe. Estudiantes por su parte, mudó su cancha a las calles San Martín y Avenida del Rosario, mientras que Gimnasia cambió de colores procurando que sus jugadores se diferenciaran mejor dentro del campo. Adoptó los colores verde y granate (a rayas verticales de 3 centímetros), separados por listones blancos (de 1 cm).
Una vez más se otorgó un indulto a los jugadores suspendidos, aunque se aclaró que era por última vez para que los más díscolos no volvieran a incurrir en faltas. Un caso aparte fue el de Ennis Hayes, extraordinario jugador que había sido sancionado a perpetuidad debido a su reincidencia. Central pidió especialmente por él ya que la Liga se resistía a habilitarlo. Tanta fue la presión (el jugador también era requerido por la Selección nacional) que en la casa madre del fútbol local se decidieron a darle una última oportunidad.
En primera división no hubo cambios respecto a los equipos participantes. En segunda fueron 16, los 10 que también tenían un representante en la máxima categoría, más Calzada, Alberdi New Boys, Atlantic Sportsmen, F. C. Santa Fe, Estudiantes y Unión. En tercera hubo 40 anotados y en total, sumando las cinco categorías, se llegó a la cifra récord de 92 equipos inscriptos. El 11 de marzo de ese año –en una reunión llevada a cabo en la Sede de G.E.R– se fundó el Club Remeros Alberdi. El 4 de mayo en tanto, en el Parque Independencia, se jugó uno de los clásicos más intensos y atrayentes de principios de siglo.
Newell's y Central llegaban invictos y muy bien posicionados en el torneo que había arrancado el 30 de marzo. Esto generó una enorme expectación entre los hinchas. Seis mil personas se apretujaron en la tribuna y en los alrededores de la cancha, cantidad extraordinaria para la época. Central arrancó ganando con gol de Harry Hayes, luego hubo dos penales atajados, uno por bando. Más tarde empató Saruppo para Ñuls. Libonatti puso el 2-1 para el local, y Ennis sobre el final, clavó el 2 a 2 definitivo. Lucido clásico del cual todos se retiraron satisfechos.
Newell’s formó con: Enrique Nieto, joven surgido de inferiores; Isidoro Bourguignon y Adolfo Celli; Juan Martín, Filedolfo Salcedo y Alfonso Gregnon; Julio Libonatti, Ernesto Celli, Atilio Badalini, Blas Saruppo y Juan Francia. Central tuvo estos once: Octavio Díaz, que había llegado de Sparta; su tío Zenón y Florencio Sarasibar; Rodolfo Mulhall, Eduardo Blanco y Jacinto Perazzo; Ernesto Guaraglia, Antonio Blanco, Harry y Ennis Hayes, y Antonio Miguel. Ese fue precisamente el último partido del grandioso Zenón Díaz. A los 38 años sus tobillos ya no soportaban el trajín y decidió, en el medio del encuentro, retirarse. El “negro” se acercó hasta el arco y al primero que se lo comunicó, emocionado ya, fue a su sobrino Octavio.
Durante el mes de junio Central dejó su reducto de Villa Sanguinetti y se alojó a espaldas del F. C. Central Argentino, cerca de la Estación Castellanos. Mientras duraron las refacciones el canalla hizo de local en la cancha de sus rivales. Mientras tanto, en la Copa América jugada en Brasil, Argentina cayó derrotada ante el local y la prensa de la época cargó las tintas sobre la Asociación Argentina de Fútbol. Le recriminó espíritu localista pues habían dejado afuera del seleccionado a importantes valores del fútbol rosarino. Ahí mismo, como tocados en su orgullo, los muchachos de nuestra ciudad empezaron a cosechar triunfos. El 19 de junio se le ganó 5 a 0 a Santa Fe en cancha de Gimnasia y Esgrima de Rosario. Atilio Badalini en tres ocasiones, Blas Saruppo y Harry Hayes metieron los goles. El 7 de septiembre nuestro combinado viajó a Córdoba para enfrentar al combinado de esa provincia. Concurrieron 4.000 almas, ávidas por ver al afamado conjunto rosarino. La victoria correspondió a los nuestros por 1 a 0 con gol de Bernardo Pambrún.
El 14 de ese mes Rosario recibió en GER al seleccionado de la Asociación Argentina. Estaba en juego la tradicional Copa Mariano Reyna y las ansias de que el trofeo quedará en la ciudad eran muchas. El once local llegaba entonado y formaba con: Eduardo Araya (GER); Natalio Molinari (GER) y Adolfo Celli (NOB); Isidoro Bourguignon (NOB), Ernesto Celli (NOB) y Silvio Battaini (GER); Julio Libonatti (NOB), Humberto Libonatti (GER), Atilio Badalini (NOB), Gabino Sosa (CC) y Juan Francia (NOB). Con una gran actuación colectiva se obtuvo una merecidísima victoria por 2 a 0. Ambos goles fueron obra del “turco” Humberto Libonatti, el mayor de los hermanos.
Una semana después se le volvió a ganar a Santa Fe en lo que fue el cuarto triunfo consecutivo del equipo de la LRF. El marcador final fue un contundente 5 a 1 y la formación, prácticamente la misma. Por fin, el 28 de septiembre, el balompié de Rosario escribió una de las páginas más brillantes de su rica historia: Le ganó 4 a 1 a Uruguay. El fútbol charrúa vivía un presente encumbrado, había vencido tres veces al seleccionado argentino en las copas de Honor, Newton y Lipton. Sin embargo, esa tarde se las tuvo que ver con un motivado y embravecido equipo que lo maniató en todo momento. La cancha de GER quedó chica, el público desbordó las instalaciones. Julio Libonatti marcó el primer gol provocando un bullicio ensordecedor. Badalini metió el segundo y el entusiasmo se volvió éxtasis. El festejo fue apoteótico e incluyó al público entrando al campo para felicitar calurosamente a sus jugadores. Los visitantes descontaron por intermedio de Fraga dando paso a un lapso de angustia, pero Humberto Libonatti y Gabino Sosa dieron forma al marcador final que provocó, nuevamente, la invasión del público y el retiro en andas de los protagonistas.
Aquella alegría se extendió a los bares de la ciudad durante varios días y suscitó telegramas de felicitación de otras ligas. Días más tarde, la Asociación Argentina de Fútbol comprendió la valía de los jugadores rosarinos y convocó a cuatro de ellos para enfrentar a Uruguay en Buenos Aires: Araya, Badalini, Julio Libonatti y Ernesto Celli. Estos dos últimos marcaron nada menos que 4 de los 6 goles con los que el elenco albiceleste despachó a los orientales.
También los clubes se contagiaron de las proezas del combinado. Belgrano por ejemplo, enfrentó en un amistoso a Boca Juniors en Buenos Aires y le ganó 3 a 1. Los once belgranenses fueron: Repucci; Florindo Bearzotti y Panciroli; Beltramo, Mujica y Ballart; Cintora, Bianchi, Pambrún, Antuña y Silvio Bearzotti. Tiro Federal no quiso ser menos y en una excursión por Córdoba, superó 4 a 2 a Belgrano. Otro con proyección fue un árbitro, Teodoro Biener. La AAF lo llamó para dirigir un partido entre Lanús y Argentino de Quilmes y como su labor fue destacada, posteriormente le envió una felicitación por escrito.
Con tanto encuentro de selección los campeonatos locales se retrasaron mucho (el de primera por ejemplo debió concluir en enero del 20). En los certámenes menores arrasó Central. Ganó la Copa Pinasco (3 a 2 en la final a Estudiantes, que igual ascendió), la Copa de la Torre (2 a 1 a Tiro Federal) y la Copa Roma de Cuarta. La Comercio en tanto, fue la única que se dirigió a otra vitrina. Tiro Federal venció a Sportsmen Unidos y se la adjudicó con justicia. En primera auriazules y rojinegros igualaron en puntos (33). Sumaron 15 victorias y 3 empates en 18 partidos. Idénticas campañas que los obligó a disputar una final el 11 de enero en cancha de Gimnasia.
Esa tarde hubo tanta gente que 200 personas eligieron el techo de los vestuarios como tribuna. Los tirantes cedieron y los hinchas cayeron sobre los jugadores que se cambiaban. Milagrosamente todos resultaron ilesos. Iban 2 a 2 y faltaban siete minutos cuando el árbitro decidió suspenderlo por la invasión de algunos hinchas que generaron un absurdo altercado. El 25 de ese mes se completó el partido. El empate persistió y se pasó a un alargue. Un gol de Jacinto Perazzo sobre el final, le dio la festejada victoria y el título al auriazul que, cabe aclarar, tuvo esa tarde un hombre de más, ya que Badalini, titular en la primera parte de la final, se había lesionado y según los reglamentos no podía ser reemplazado.
Fuentes de información consultadas:
* "Anales del fútbol rosarino", de Cipriano Roldán.
* "Rosario, fútbol y recuerdos", de Oscar Armando Ongay.
* Libros de Actas de la Asociación Rosarina de Fútbol.
* Archivo de diarios locales, Hemeroteca de la Biblioteca Argentina "Dr. Juan Alvarez".
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