Este sábado 16 de noviembre, se cumplirán diez años del debut de Lionel Messi en la primera del Barcelona. Al rosarino le toca festejar este aniversario lamentablemente lesionado, y de seguro contrariado por no poder hacer lo que más le gusta: jugar a la pelota. Aún así, la obligada inactividad le permitirá enfocarse con claridad en los tres grandes desafíos que tendrá que afrontar en 2014: la Liga española, la Champions League, y por sobre todas las cosas, la Copa del Mundo de Brasil. Si logra posicionar a la Selección Argentina en lo más alto del podio, y dar la vuelta olímpica en el Maracaná, conseguirá el amor eterno de todos los argentinos, sin excepción, y podrá convencer a aquellos escépticos que le exigen un título así.

¿Qué se puede decir de Messi que no se haya dicho ya? Su historia es bien conocida. Sin tener rivetes cinematográficos, o provenir de orígenes extremadamente humildes, como Pelé o Maradona por ejemplo, Lio se crió en una familia de clase media-baja de nuestra ciudad, arrancó jugando en Garibaldi, pasó al baby de Newell's, donde brilló durante seis años, y terminó partiendo hacia el viejo continente de la mano de su padre, Jorge, para que en el F.C. Barcelona apostaran por él, le financiaran su costoso tratamiento de crecimiento, y lo integraran a esa escuela de cracks que se llama La Masía.

En la ciudad Condal el pequeño Messi fue enamorando a cuanto técnico y coordinador se asomó a sus entrenamientos y partidos. Y cuando apenas tenía 16 años y 145 días, el holandés Rijkaard lo mandó a la cancha por primera vez, en un amistoso ante el Porto de Portugal, durante la inauguración del Estadio del Dragón. Ese sería su debut con la casaca blugrana, y también el primer cruce que tendría con el entrenador José Mourinho. No pudo marcar, aunque tuvo algunas chances, y más allá de que el equipo culé perdió, dejó una buena imagen. Casi un año más tarde, pudo debutar oficialmente en un clásico ante el Espanyol, y se convertiría en el jugador más joven en debutar en la primera del Barça.

Tras esta nueva lesión, queda claro que Lio está atravesando su temporada más irregular en cuanto a presencias en el campo de juego. Según la cadena ESPN, Messi habría recorrido 224.000 kilómetros en 63 días al principio de año, cuando jugó demasiados partidos de exhibición, producto de sus compromisos comerciales y laborales (ya que el cachet de su club no es el mismo si presenta al rosarino entre sus titulares, al que cobra si no lo presenta). Lo cierto es que esta saturación de traslados y partidos, justo en los meses en los que sus compañeros reposan esperando la siguiente temporada, le viene impidiendo recargar las energías como es debido.

¿Qué más decir de Messi que no hayan dichos sus compañeros, técnicos, o viejas glorias del fútbol? Todos lo llenan de elogios. Víctor Valdés hace muy poco declaró “Messi es Dios”. Zlatan Ibrahimovic hace unas semanas calificó al “10” como “nacido para el juego por su talento”. El propio Cristiano Ronaldo, su archirrival a la hora de cada premiación FIFA, admitió en 2011 que “Messi es el mejor del mundo”. El holandés Robben fue más allá: “Messi es de otro planeta”. Kaká, Wayne Rooney, Jordi Alba, Raúl, el holandés Sneijder, todos han declarado en sintonía, y coincidido en declararlo el más fantástico futbolista de la actualidad.

Messi le ha entregado al fútbol diez años vividos con intensidad. Una década que no admite parangones con figuras de hoy y tampoco con las del ayer, catalogadas como las mejores. Conforme fue creciendo, hasta llegar a estos ideales 26 años para jugar al fútbol, ha demostrado que se puede ser cerebro y goleador, solidario y personalista, pasador y anotador, todo en uno. Claro que todo eso lo puede hacer solo él, con esa firme convicción que demuestra para ir hacia adentro en busca del tumulto de adversarios, y gambetearlos a todos, o buscar la descarga al compañero mejor habilitado, o el disparo directo al arco, que desate la felicidad de todos aquellos que lo siguen, no solo en Barcelona, sino en todo el mundo.

Messi no jugará hasta el año que viene, pero el planeta fútbol sigue girando en torno a él. Se habla de los tiempos de recuperación, de su vida en familia, de sus posibilidades ciertas de obtener por quinta vez el balón de Oro. Si bien Messi es celoso de su vida privada, cada tanto trascienden fotos de él preparando un asado, o paseando con Antonella Rocuzzo, la mamá de Thiago, su pequeño y único hijo. Lionel ha ganado cuatro balones de oro consecutivos (del 2009 al 2012), y ha recibido el botín de oro al mejor jugador del mundo FIFA, en igual número de ocasiones.

Este chico prodigio no para de romper récords, y lo bueno es que todavía tiene mucho tiempo por delante. Su aporte al fútbol argentino, y rosarino, aún tiene tantísima historia por escribir. Quienes amamos a este hermoso deporte lo seguiremos disfrutando. Lo que deseamos es, sin dudas, que todo su talento y velocidad queden plasmados en las canchas brasileras el año entrante. Si nos regala esa alegría, esa Copa tan soñada, no quedarán voces disidentes que acallen ese clamor, y ese amor, que la gran mayoría del pueblo ya le profesa. ¡Salud genio!