Una de cal

Este domingo jugaron en el Estadio “Ángel Espíndola” los dos planteles que se coronaron campeones del Torneo Gobernador Molinas, defendiendo los colores de Pablo VI. Fue un duelo absolutamente amistoso organizado por los propios jugadores del canario, que vieron la inmejorable oportunidad de festejar el título 2013, midiendo fuerzas con aquellos que dieron la vuelta olímpica en el 2007. De hecho, un puñado de futbolistas debió estar un tiempo en cada equipo, ya que integraron ambos planteles.

Los que estuvieron presentes en las dos “estrellas” del papal, fueron el arquero, Nicolás Cedro, el defensor Matías Almirón, el zaguero Emanuel Manzanelli (ellos jugaron un tiempo para cada lado) el volante Leandro Ahumada (que en el primer título tuvo menos participación pues era un juvenil), y el también mediocampista Claudio Escobar, aunque “el caio” jugó todo el partido para el plantel 2013. La victoria quedó en manos del plantel actual, que dejó en claro que sigue en ritmo de competencia (y no así todos los del otro plantel). Fue triunfo contundente, 5 a 2 para los de ahora, que por supuesto fueron dirigidos por Silvio Lingiardi.

Entre los jugadores campeones del 2007 dijeron presente: Sergio “pepo” Cafferata, Juan Carlos “el colorado” Juárez, Damián “pato” Pissano, Marcos “pecho” Cardozo, Diego “el pelado” Rodríguez, Ezequiel “chimpa” Previtti, Maximiliano Dotti, Leonardo Morelli, Guillermo Cambiaso, Jorge y Pablo Cáceres, Hugo Gorosito, Juan Aira y Walter Almirón. También estuvo “el garza” José Previtti, DT de aquel campeón, y Ezequiel Leiva, el profe, que actualmente trabaja en Tiro Federal. El que faltó, pero también fue campeón en 2007, es Diego “caña” Scarano, un histórico del club.

Una de arena

La mala noticia que amargó a la gente de Pablo VI es que el viernes pasado a la noche (25 de noviembre), volvieron a robar en sus instalaciones. Aprovechando que el casero descansa en otro sector, y que llovía, los amigos de lo ajeno arrancaron una reja de la Secretaría y entraron por la ventana. Se llevaron la máquina de cortar el pasto, numerosas pelotas, camisetas, y el resto de la indumentaria que había en la utilería. Una pena a la que ya se han acostumbrado lamentablemente en el canario, pues al menos una vez por año sufren un robo de estas características.