En esta oportunidad, el plantel Sub17 de la Asociación Rosarina de Fútbol debió sobrellevar algunos contratiempos, suscitados todos ellos por falencias ajenas, que obligaron a los directivos de la ARF, en este caso Mario D’ascanio, Presidente de la delegación, a cambiar sobre la marcha.

Arribados a la bella ciudad santafesina, distante unos 75 kilómetros de Rosario, sorprendió que en el Sport Club cañadense, donde iba a alojarse el contingente nuestro, no estuvieran al tanto de nuestra llegada, y no hubiese ningún responsable para abrir la puerta de las habitaciones. Se decidió entonces ir a almorzar, y luego sí volver para dejar los bolsos y la utilería.

Al regreso, se advirtió que las habitaciones no eran lo amplias ni cómodas que se había afirmado vía correo electrónico, e incluso no contaban con baños privados, sino uno solo a unos 30 metros del sector de dormitorios, con lo cual el Secretario de la Asociación Rosarina de Fútbol no dudó, y resolvió buscar un nuevo alojamiento, que se hallaría rápidamente y sería el “Hotel Verdesole”, a 100 metros de la cancha de Sport, y con todas las comodidades que se pretendían para un buen estar de nuestro equipo.

En cuanto a la organización del torneo, vale decir que se repiten falencias vistas en el Sub16. La impuntualidad de los árbitros es una de ellas. El primer partido, que debía empezar a las 16:45, comenzó a las 17:05, y tuvo durante quince o veinte minutos a los dos equipos en la cancha esperando a la terna. El segundo, que era a las 9:15, comenzó 9:32, por el mismo motivo. Además, fue curioso notar al llegar que los empleados del Club Sport no estaban enterados del Torneo, y recién marcaron la cancha 20 minutos antes del partido, justo cuando el plantel rojiblanco hacía la entrada en calor.