El futsal, ese deporte que tiene algo que enamora y que hace que a todos aquellos que lo dejan, o al menos la gran mayoría, les genere continuar desde otro rol. Rocío Galarza es una referente de la rama femenina de la disciplina y, para este segundo semestre de 2022, aceptó hacerse cargo de la dirección técnica del plantel de Regatas.

La exjugadora, que decidió retirarse de las canchas en julio de 2021, estuvo hasta hace poco tiempo en Punta Cana, en la República Dominicana, trabajando en el Academia de Tenis “Guillermo Vilas” (Vilas Tennis Academy). Es que Galarza, desde los 10 años, comenzó a jugar al tenis y pasó por todas las etapas de junior hasta convertirse en profesional. Además, es entrenadora desde hace más de 10 años.

La pandemia fue un momento crucial para muchas vidas, y la de Galarza no fue la excepción. Tras la suspensión momentánea en reiteradas oportunidades de los torneos de futsal, se le presentó la chance de retomar de lleno la disciplina que la hizo siempre feliz y se fue a Centroamérica a formarse en uno de los lugares más fructíferos para dicho fin.

Sin embargo, hace unos meses se le presentó la posibilidad de retornar a la ciudad y no lo dudó. “Mi llegada a Regatas se dio por un amigo en común con el coordinador del futsal del club. Le comentaron de mis ganas de dirigir y al instante se puso en contacto conmigo”, contó la entrenadora a Rosario Fútbol.

Sobre las primeras semanas de trabajo (tomó las riendas del plantel a principios de julio), la referente del futsal femenino dijo que se sorprendió “para bien”. “Las chicas se comprometen mucho con el equipo y eso me encanta. Poder contar todos los días con 15 deportistas en todas las prácticas, hace que se pueda trabajar mejor. Me falta conocerlas en profundidad, pero suma el hecho de que sean amigas y se conozcan hace mucho tiempo. La desconocida soy yo”, contó entre risas.

Si bien es cierto que hace poco está, Rocío dijo que busca que el equipo “aprenda y disfrute” más del desarrollo que del resultado. “La idea es transmitirles el amor por este deporte, enamorarse de este deporte como yo lo hice”, comentó. Y reconoció, con respecto a sus expectativas personales: “Conmigo misma es un desafío más. Tengo mucho por aprender de las chicas, no solo ellas van a aprender de mí”.

Una década encima

Galarza comenzó a jugar en diferentes torneos comerciales de fútbol 5 de Rosario en 2012, hasta que se hizo fan del futsal. Su primer contacto con el deporte, paradójicamente, fue como entrenadora en el equipo de la IUGR (hoy Universidad del Gran Rosario) en los torneos entre facultades.

Una década después, recordó aquel momento: “Mi primera experiencia fue pararme afuera de la cancha y hacer cambiar a las chicas de reloj. No la cuento como tal”. Pero para esta oportunidad, sí lo ve diferente: “Hoy para mí dirigir Regatas en un gran desafío. Es mi primer equipo y es una categoría donde no conozco a las jugadoras”. A diferencia de aquel 2012, y de sus ocho años jugando al futsal (comenzó en 2014 en el Club Ateneo Sagrado Corazón en A.RO.FU.SA.), hoy en día su cabeza “entiende y sabe muchas cosas”.

En cuanto a esta nueva categoría para ella, el Femenino B (donde Regatas está y tratará de salir), la técnica dijo que hasta ahora no pudo ver mucho porque hace poco que está, pero les dando prestando “mucha atención” a los equipos de esta divisional. “La clave está en las inferiores. Hasta que no haya inferiores y reserva, la competencia seguirá teniendo cierto déficit”, reconoció.

Y fue sobre este último aspecto que la entrenadora contó su ambicioso proyecto en Regatas: promover las divisiones inferiores femeninas. “Hay 30 nenas esperando jugar y crecer para formar parte del equipo. Eso fue uno de los motivos que me llevaron a tomar este desafío y es algo de lo que me voy a ocupar”, aseguró con firmeza.

Por último, Galarza se refirió a su futuro en la ciudad: “Estoy abriendo mi propia academia de tenis. Volví para eso”. Pero claro que seguirá en el mundo del futsal: “Como jugadora es un ciclo terminado, pero me enamoré y pienso seguir ligada desde este otro lugar”. No fue un adiós, sino un hasta luego. Definitivamente, el futsal tiene algo de lo que es difícil desprenderse para siempre.