En la recorrida que venimos haciendo por la historia del fútbol rosarino, hoy nos toca explorar en lo ocurrido durante 1916, temporada en la que debutaba en primera división, con apenas 16 años, un tal Gabino Sosa. El "negro", legandario jugador de Central Córdoba, sería destacado conductor de las delanteras charrúas, rosarinas y argentinas.
El 9 de abril de 1916 debutó en el equipo de tercera división de Central Córdoba un hombre que haría historia: Gabino Sosa. Este maestro del fútbol jugó sólo 3 partidos en esa categoría. El 30 de abril, con 16 años y 6 meses, ya lo hacían debutar en primera, y ese mismo año (con 17 recién cumplidos) le pusieron los pantalones largos, para que viajara a Montevideo y pudiera enfrentar a Uruguay por la Copa Asociación. Datos que permiten intuir la calidad incuestionable que despilfarraba Sosa en cada toque de balón. Lo cierto es que durante dos décadas este magistral conductor de líneas delanteras hizo escuela, regaló su extraordinario talento en cada una de las canchas que pisó y deleitó al espectador amante del buen fútbol.
El flamante presidente de la Liga era el Dr. Claudio Newell, y a poco de asumir, decidió conformar un Consejo Superior con un grupo de notables. A comienzos de temporada se creó un nuevo club “Rosario a Puerto Belgrano”. El mismo fue fundado por obreros del ferrocarril del mismo nombre. Se inscribió en el Torneo de segunda división, y utilizó como cancha los terrenos de Berruti y Riobamba. El campeonato local comenzó el 20 de abril con una ligera novedad: Tiro Federal cambió colores. Del azul marino y blanco que usaba, pasó al celeste y blanco, por supuesto siempre a bastones verticales. Entre las transferencias más notorias se pueden enumerar la del arquero Serapio Acosta (de Plaza a Rosario a Puerto Belgrano), y la de Julio Morgoux (de Plaza, en este caso a Newell’s). Además, Belgrano incorporó a Francisco Ballart, Rosario a Puerto Belgrano a Juan Francia, y Provincial a Guillermo Potocsnyak.
Este año Rosario Atlético (o Plaza Jewell) se retiró definitivamente de la práctica del fútbol. Sin dudas una sensible pérdida, ya que llevaba casi medio siglo fomentando este deporte en la ciudad. El motivo de su partida se basó en el desmembramiento de sus equipos. La deserción de esta institución, pionera en nuestro medio, recordó a la de Alumni en Buenos Aires, aunque aquel se disolvió por completo. Caso distinto al de Atlético que a partir de entonces centró sus actividades en el rugby.
Otro club de la ciudad, Provincial, inauguró cancha nueva. Desde 1908 estaba frente al Rosedal, pero el 25 de mayo de 1916 se mudó a los terrenos ubicados detrás del hipódromo. Organizó una gran fiesta en la que se midieron primeramente dos combinados locales, y luego el anfitrión y Platense, team porteño que le ganó 1 a 0. A todo esto la Liga Rosarina organizó un amistoso entre el campeón, Central, y un combinado del resto de los equipos. Ganó el auriazul 2 a 1. Casa Cassini donó las 11 camisetas del selectivo y Gath y Chávez la pelota con la cual se jugó. El 18 de junio se disputó la Copa Reyna en Buenos Aires y en un partido más que discreto ganó el local 2 a 1. El gol rosarino lo convirtió Carlos Guidi, que venía sumamente derecho para el arco. Nuestro representativo salió con estos once: Colombo (TF); Díaz (RC) y Sarasibar (TF); Johnston (Ros.Atl), Eduardo Blanco y Jacinto Perazzo (ambos de RC); Antonio Blanco, José Laiolo (los dos también de Central), Atilio Badalini (GER), Carlos Guidi (TF) y Antonio Pimentel (TF).
El 24 de septiembre el fútbol rosarino tuvo su pronta revancha. En el match por la Copa Rosario se impuso 2 a 0 (con dos tantos del inefable Guidi). El cotejo se disputó en Gimnasia y el elenco local tuvo algunas modificaciones. Se alistó con: Jorge Repucci (de Belgrano); Zenón Díaz (RC) y Florindo Bearzotti (Bel); Ernesto Celli (GER), Eduardo Blanco (RC) y Jacinto Perazzo (RC); Andrés Jauregui (GER), Atilio Badalini (GER), José Laiolo (RC), Carlos Guidi (TF) y Ennis Hayes (RC). La entrada general costó $ 1, la tribuna $ 2, y los militares, soldados y conscriptos, entraron gratis.
Para Newell’s fue un año malo. Perdió todos los clásicos. El primero, por la Copa de Honor Cusenier, 8 a 0. José Laiolo metió tres goles, Antonio Blanco y Ennis Hayes dos cada uno, y Fidel Ramírez el restante. Para colmo el primero de noviembre, por el campeonato local, volvió a caer por goleada: En ese caso fue 6 a 0. Por si fuera poco, su rival de toda la vida salió campeón invicto por tercera vez consecutiva y rubricó sus éxitos con la obtención de otros trofeos. A la Copa Vila le sumó la Copa de Caridad (en la final superó 3 a 0 a Central Córdoba), la Pinasco, la Lisandro de la Torre (ambas de segunda), y la Copa Roma, de cuarta división.
El cuadro de campeones se completó con Provincial y Nacional (ganadores de la Copa Comercio y Cassini respectivamente, ambas de tercera). Durante aquel diciembre Central tuvo demasiados compromisos. La mayoría dotados de una singular trascendencia. Se adjudicó la zona Argentina de la prestigiosa Copa Competencia. Eliminó a River en semifinales (3 a 2 en cancha de GER) y superó a Independiente en la final (2 a 1 en cancha de Racing). Ese duelo se desarrolló ante 3.000 personas y Central formó con: Niblo; Díaz y Rotta; Rigotti, Furlon y Perazzo; Eduardo Blanco, José Laiolo, Antonio Blanco, Harry Hayes y Ennis Hayes. Los goles fueron convertidos por Antonio Blanco y Harry Hayes.
Sin embargo, el trajinar del conjunto canalla fue excesivo, y acabó perdiendo tres finales en veinte días. El 10 de diciembre cayó ante Nacional 6 a 1 en la definición de la Copa de Honor Cusenier. No fue un buen partido del equipo de nuestra ciudad, que según la opinión de la prensa de la época, había subestimado a los tricolores uruguayos. La tarde del 24, en plena víspera de Navidad, perdió 3 a 0 ante Peñarol en la gran final de la Copa Competencia. El cotejo se jugó en Avellaneda y la figura fue el centrodelantero del mirasol, Piendibene, que marcó los tres tantos. Por último, el 30 de ese mes, volvió a medirse con Racing por la Copa Ibarguren. En 1915 se habían enfrentado y ahí el título se lo había adjudicado el canalla, en 1916 los albicelestes se tomaron una dulce revancha ya que se impusieron por el exagerado score de 6 a 0. Recuperaron así, el trofeo que premiaba a los campeones de las ligas más importantes del país.
Fuentes de información consultadas:
* "Anales del fútbol rosarino", de Cipriano Roldán.
* "Rosario, fútbol y recuerdos", de Oscar Armando Ongay.
* Libros de Actas de la Asociación Rosarina de Fútbol.
* Archivo de diarios locales, Hemeroteca de la Biblioteca Argentina "Dr. Juan Alvarez".
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