Por Miguel Martínez.

La Selección Argentina superó por la mínima diferencia a Bélgica en Cuartos de Final y se metió en las semifinales de la Copa del Mundo. No accedíamos a esta instancia desde el Mundial Italia 90, es decir hacía 5 Mundiales no nos metíamos entre los cuatro mejores. El único gol del encuentro lo convirtió Gonzalo Higuain a los 7 minutos de la primera mitad, tras una jugada que nació en Messi, siguió en Di María, y tras ensuciarse en un rebote, le quedó al Pipita que no dudó, y de media vuelta buscó el arco, con potencia y puntería por cierto.

Gonzalo fue uno de los puntos altos del partido para nuestra Selección. El gol probablemente le dio la confianza que necesitaba para involucrarse más en el juego, y pese a que erró lo que hubiese sido el segundo en una llegada muy clara (que dio en el travesaño) se lo vio mucho más activo y participativo. Esta vez, no hubo figuras aisladas y la figura fue el equipo. Por primera vez el juego albiceleste se pareció al de un conjunto asentado, sólido y seguro de lo que estaba haciendo. Hasta sin la tenencia del balón pareció tener todo dominado. No pasó grandes sobresaltos atrás, salvo los lógicos de tener que bancar a un equipo que se quedaba afuera del Mundial y se venía buscando la igualdad.

Los cambios implementados por Sabella fueron sin dudas positivos. Fernando Gago y Federico Fernández habían sido muy flojos hasta aquí y tanto Demichelis como Biglia superaron la actuación de sus antecesores. Le dieron más equilibrio al sector defensivo y colaboraron con Mascherano, que hasta aquí se veía muy solitario en los quites. Zabaleta también creció, respecto a los primeros partidos donde se lo vio nervioso y superado, y el propio Garay pareció potenciarse con su nuevo compañero de zaga. La única mala fue la lesión de Angelito Di María, que no podrá estar en el gran partido del miércoles.

El volante del Real Madrid sufrió una lesión muscular de grado uno y será baja ante Holanda, aunque podría retornar en una hipotética final. Su reemplazante, el sábado, ingresó muy bien. Enzo Pérez pareció tranquilo, sobrio en los pases, y demostró porqué el entrenador lo esperó hasta último momento, pese a venir de una lesión. El ex Estudiantes había tenido una muy buena temporada en el Benfica y suena para ser titular ante el equipo de Robben y compañía. La responsabilidad para él será mucha, pero si las cosas salen bien, el premio es superlativo: meternos en la final del 13 de julio.

Ante Bélgica pudo ser dos a cero, y quizás debió serlo, ya que Messi tuvo en los últimos minutos el segundo en un mano a mano que perdió increíblemente. Su definición no pareció de su autoría. Sin embargo, Lio no tuvo un mal partido. Jugó para el equipo, y como dijo Sabella, aportó en otros factores del juego. Cuidando el balón, ganando faltas lejos de nuestro arco, habilitando siempre bien a un compañero, y siendo el faro al que todos buscan para la descarga. Bélgica se vio muy inferior al que había mostrado buenas armas en los anteriores cuatro juegos. Es mérito sin dudas del equipo argentino que lo controló. Hazard no fue determinante y debió ser reemplazado, y ni Origi ni Lukaku encontraron los caminos a Romero.

Fue el mejor partido de Argentina, apareciendo más confiable justo ante el mejor rival (hasta aquí). Ahora vendrá otro peso pesado: El subcampeón del Mundo. Uno que tiene tres finales perdidas y quiere sacarse la espina de Sudáfrica 2010. Con grandes figuras como Robben, Van Persie y Sneijder. Además, un técnico influyente como Louis Van Gaal que toma decisiones trascendentes, como ante Costa Rica poniendo a su arquero suplente, y arma estrategias especiales según el rival que tenga enfrente (recordemos cómo jugó la naranja ante Chile). El objetivo de mínima ya se consiguió. Argentina, de la mano de su archifigura Lionel Messi, pudo meterse en Semis. Ahora queda el sueño grande. La Copa. La tercera estrella. Ese objetivo al que nos acercaremos un paso más si el miércoles superamos al dificilísimo equipo europeo. ¡Ojalá!