A sus lúcidos 86 años, Miguel Ignomiriello, recibió una andanada de elogios y cariño, que de seguro habrán llenado su alma, pues la emoción se le dejó ver en el brillo de sus ojos. El recordado Director Técnico de Rosario Central, y formador de juveniles por sobre todas las cosas, tuvo este 10 de octubre de 2013, su día inolvidable. En primer término fue homenajeado por el Concejo Deliberante de nuestra ciudad, y en segundo, por la Asociación Rosarina de Fútbol.

El homenaje del Cuerpo Deliberativo local se realizó, como de costumbre, en el recinto de sesiones a partir de las 11 de la mañana. La iniciativa surgió del edil Aldo Pedro Poy, ex jugador de Rosario Central, y uno de los tantos que recibió las enseñanzas del maestro Ignomiriello. Es el decimoquinto futbolista (o ex futbolista) que es reconocido por el Concejo Municipal, y aunque no es rosarino (nació en La Plata, el 11 de junio de 1927), dejó huella en nuestra ciudad, y especialmente en Rosario Central.

En su destacadísima trayectoria se pueden resaltar gestos y acciones que lo identifican como “un adelantado a su tiempo”. Según el propio Poy, “fue una figura que transformó el fútbol amateur en profesional en Rosario Central. Con él se realizaron las primeras pretemporadas. También dirigió la primera división con muy buenos resultados, y le dejó un aprendizaje impresionante a los juveniles”. Ignomiriello llegó al club de Arroyito en mayo de 1967, contratado por el Presidente Adolfo Pablo Boerio, y ya tenía en sus espaldas 15 años de experiencia en Estudiantes de La Plata, donde colaboró en la formación de jugadores que luego serían grandes estrellas.

Si bien asumió en Inferiores, a los 3 meses de su llegada, renunció José Minni, que era el técnico de la Primera División. Entonces, los directivos “canallas” le pidieron a Ignomiriello que les aconsejara algún entrenador para sustituirlo. Renato Cesarini, Alejandro Scopelli y el uruguayo Fernández Viola, que como pergamino importante había obtenido un título con Real Madrid, encabezaban la lista presentada, pero como ninguno de ellos aceptó el cargo, la decisión fue unánime: que asuma Ignomiriello. Y así fue.

El nuevo técnico utilizó sistemas de trabajo que, en aquella época, sorprendían a todos. Por ejemplo, en los entrenamientos hacía que los jugadores practicaran primero con pelotitas de tenis, luego con pelotitas de goma, para finalmente utilizar la número cinco, lográndose un óptimo manejo con el balón reglamentario. También utilizó en las prácticas, camisetas de River, Boca e Independiente, para los juveniles que hacían las veces de sparring. Así, los jugadores del primer equipo le pudieron perder ese temor (o respeto reverencial) a los equipos grandes de Buenos Aires, y cuando los enfrentaron pudieron jugarles con mayor soltura.

Por otra parte, concretó la doble jornada de trabajo; impuso las “concentraciones” previo a los partidos; dispuso el riego por aspersión en la cancha; la realización de una pretemporada en La Cumbre, Córdoba; la creación de un Departamento de Fútbol en el club; la incorporación de un Departamento Médico, que sirvió para llevar fichas y controlar la salud de cada jugador; el arrendamiento de la cancha de Argentino para practicar, y poder preservar al estadio de Arroyito; y el reacondicionamiento del los vestuarios. En síntesis, su presencia marcó una profesionalización real y profunda en los planteles del fútbol rosarino.

Tan brillante fue el trabajo de “Don Miguel”, como se lo conoce, en Rosario Central, que el canalla sale campeón en 1971 con 24 jugadores surgidos de su cantera, sobre los 27 que componían el plantel superior. También incorporó a las divisiones inferiores a Francisco “Pancho” Erauzquin, al Dr. Francisco Aparicio y al profesor Rodolfo Arostegui. Y por último, y como enseñanza extrafutbolística, Ignomiriello encabezó el primer cuerpo técnico que aconsejó a sus jugadores a comprarse la vivienda, apenas tuvieran la posibilidad económica. Así, Pascuttini, “Hijitus” Gomez, Fanesi, Bedogni, Mateos, Bustos, Poy, entre otros, adquirieron su vivienda. Y siempre con la ayuda del Profe Carlos Omar Cancela, que además del preparador físico, supo ser el gran amigo de los jugadores que hasta el día de hoy lo recuerdan con especial estima.