En la cancha flamearán las banderas auriazules. Rosario Central será local y sus hinchas podrán disfrutar de la fiesta en vivo y en directo. Papelitos, cánticos, clima de partido importante. Desde las horas previas en que los fanáticos se acercan a las inmediaciones la adrenalina empieza a subir, y tanta ansiedad tiene uno de sus puntos más altos al momento de salir el canalla al verde césped. Con el correr de la pelota el nerviosismo le gana al resto de las sensaciones y mucho de lo que vive la gente de ahí en más depende de lo que hagan los jugadores en el terreno de juego.

Para los hinchas de Newell's Old Boys, obligados a seguir el duelo por televisión, la ansiedad y los nervios serán idénticos o peores. Si bien las repeticiones son una ventaja en relación con el que está en el Estadio, lo acotado de la pantalla brinda otra perspectiva al espectador. Para sentirse lo más acompañado posible muchos lo verán en bares, en casas de amigos también leprosos. Lo cierto es que la pasión que despiertan ambas camisetas es tan inexplicable y tan grande, que los rosarinos son capaces de hacer las locuras más grandes por amor a sus colores.

Sin embargo, lo más importante sería que no haya locuras. Que las locuras no sean otras que dejar sola a la novia en el día de los enamorados. Que la cordura prime, por sobre toda la exaltación que pueda despertar una victoria o una derrota. Que todos y cada uno de nosotros entendamos que aquel que simpatiza por otros colores, no es un enemigo. Es un conciudadano. Y en muchos casos un vecino, un amigo o un familiar.

Por eso desde esta página, el Portal Oficial del fútbol rosarino, bregamos para que entre todos hagamos un clásico en paz. Un nuevo clásico en paz. Porque si nosotros, los rosarinos, no cuidamos nuestra fiesta máxima, nadie lo hará por nosotros. Este espectáculo, sin dudas uno de los más convocantes y maravillosos del país, es así de lindo por la pasión que le imprimimos, pero ese vendaval de emociones no debe desbordarse hacia el lado de la violencia.

De modo que no nos cansaremos de pedir... ¡qué sea en paz!