Por Matías Bassi (www.rxfutbol.com).

Gracias a una invitación de la Asociación Rosarina de Fútbol, tuvimos la suerte de presenciar la gran final del Torneo Ivancich 2010, y hoy les brindamos el informe analítico de lo que sucedió en la definición de dicho campeonato.

A nivel táctico las formaciones fueron las siguientes:

Ambos equipos fueron muy claros en sus planteos, y por su antagonismo nos brindaron varios puntos para comentar y remarcar. El partido se disputó en la franja central del campo, cuando Newell’s lograba superioridad numérica respecto de los volantes de Mitre encontraba espacios para utilizar en su juego ofensivo. Sin embargo, la efectividad en la terminación de las jugadas fue muy baja, motivo por el cual la diferencia en el marcador fue mínima. Este problema no sólo afectó a Newell’s sino también a Mitre.

Los de Pérez lograban recuperar el balón gracias al orden defensivo al momento de replegar sus líneas. Pero cuando había que contragolpear, cambiando la velocidad del juego, fue víctima de sus imprecisiones. Y eso lo pagó caro, porque un equipo que resigna el balón también resigna situaciones de ataque, y en esas circunstancias la efectividad ofensiva es la principal meta a cumplir. Una meta que no logró por muy poco.
 
Newell’s tuvo 12 situaciones ofensivas completas de las cuales solo pudo capitalizar 1, por su parte Mitre logró completar 3 situaciones de ataque donde la más clara dio en el horizontal a los 25:40 del segundo tiempo. Normalmente un equipo genera entre 8 y 14 situaciones ofensivas completas. En el fútbol lo único que marca la diferencia entre goleada y 1 a 0 es la efectividad en la finalización de esas situaciones. Mitre generó menos de la mitad de la media mínima computada, pero sabiendo que luego de 70 minutos, la jugada más clara del partido la crearon los de Pérez con el remate que da en el travesaño, podemos darnos cuenta de la importancia que tiene ser efectivo y contundente cuando el juego lo permite.
 
Por otro lado el equipo rojinegro tuvo mayor posesión de balón (69% para NOB – 31% para Mitre). Durante la primera etapa lograba recuperarla muy rápidamente luego de una pérdida. El mayor porcentaje de recuperaciones del balón se dieron por imprecisiones del rival y despejes incompletos.
 
El transcurso del segundo tiempo le permitió a Newell’s afianzarse con la pelota producto de hacer diferencias en la zona media del campo. El principal motivo fue el desgaste físico que sufrió el medio campo de Mitre, algo que sucede normalmente cuando los equipos repliegan su última línea sobre el borde del área, debido a que todo el despliegue debe ser realizado por los volantes que tienen que defender una zona mucho más amplia del terreno.

El gran acierto táctico lo tuvo el banco rojinegro renovando los jugadores del medio campo, y como suele ser común en esta clase de equipos las diferencias técnicas entre los relevos no son el motivo por el cual están en el banco. Con los cambios Newell’s encontró mayor circulación de balón, por ende mayor precisión, y pudo hacer diferencias que fueron muy visibles en el juego, no así en el marcador.

Por su parte el equipo de Pérez no logró capitalizar los contragolpes que tuvo, en los cuales, muchas veces, encontró muy mal parado al equipo de Ñuls. En síntesis, vimos un partido muy entretenido donde cada equipo logró llevar al campo de juego sus ideas e intenciones. Por encima de los conceptos y los datos ambos planteles jugaron con total lealtad y con la máxima entrega, tal cual como se debe disputar una final.

Resaltamos entonces, la voluntad y el compromiso constante que brindó cada uno de los jugadores para quedarse con la victoria. Tales virtudes, más allá del resultado final (que quedó en manos de Newell’s a partir de la capitalización de la última jugada de riesgo), son suficientes para felicitar a ambos planteles por el grato espectáculo brindado. En pocas palabras, los que estuvimos en cancha de Unión de Álvarez vimos… ¡una final como debe ser!