La familia Sciretta es muy conocida en el marco de la Asociación Rosarina de Fútbol. Ricardo, el papá, es Director Técnico desde hace muchos años. Dirigió varias veces a Morning Star, también pasó por Defensores Unidos y por Juan XXIII entre otros. Uno de sus hijos, Damián (de 34 años), fue jugador de esos mismos clubes, y además de Rosario Central y Argentino de Rosario. Hoy es Ayudante de Campo de David Charles Pérez en la Primera Local canalla.

Otro de sus hijos, Gerardo (de 31 años), también supo ser jugador, pero hace un tiempo optó por otra rama de este deporte, el arbitraje. Ricardo es actualmente el entrenador de San Telmo de Funes, y gracias a las vicisitudes del Torneo Ivancich (que reúne a todos los clubes afiliados a la ARF), debieron enfrentarse por la tercera fecha de la Zona C. Así, rojiblancos y auriazules prometían un buen duelo (el visitante llegaba con 6 unidades, el local con 5). Con el empate quedaban los dos virtualmente clasificados a Octavos. Los “mal pensados” habrán afirmado previo al encuentro que sería “un empate clavado”, y sin embargo no fue así.

Pese a los saludos previos, a las chanzas, a las apuestas familiares, y a las fotos de todos los medios que llegaron hasta el reducto del Telmo, se jugó en serio. Muy en serio. Tanto es así que los últimos minutos fueron sumamente calientes. Cuando el dueño de casa buscaba denodadamente el empate (cayó derrotado 2 a 1), sabiendo que la derrota lo eliminaba, su gente se ilusionó con una jugada en la que reclamaron penal, pero Gerardo Sciretta, firme, entendió que la mano del defensor de Central había sido afuera del área mayor y cobró un tiro libre, que luego no traería mayores consecuencias.

Ricardo no le protestó a su hijo en ese caso, sino al línea de ese sector, Julián Martínez. En ese sentido ambos entrenadores, tanto Ricardo como Damián, estuvieron muy correctos. Pidiéndole a sus jugadores que no simulen faltas, que no reclamen en vano, y que se dediquen sólo a jugar. Como debería ser siempre por cierto, más allá de que el árbitro no sea un familiar cercano. Lo cierto es que el partido que unió a los Sciretta terminó en paz, como no podía ser de otra manera, y los tres se retiraron satisfechos a casa (Damián quizás más feliz por la clasificación lograda), donde de seguro habrán continuado los análisis futbolísticos y las chicanas amistosas, ya en compañía de la esposa de Ricardo, mamá de Damián y Gerardo.

Felicitaciones a ellos por haber entrado en la historia grande de Rosarina, con este hecho tan curioso.